Equilibrio entre formar independencia en los adolescentes y la supervisión

Por Rose Alfaro*

Durante el proceso de la paternidad se atraviesan varias etapas, todas con su grado especial de cansancio, gratificación y felicidad. Los papás añoramos el momento en el que nuestros hijos pasen a la siguiente etapa lo cual representa crecimiento y madurez. Pero, ¿qué sucede cuando por fin crecen y comienzan a exigir autonomía, aunque como padres consideremos que aún no están listos para ciertas libertades?

Desde el inicio de la relación padres-hijos es imprescindible establecer una sólida base de comunicación. Desde pequeños debemos hacerlos sentir que nos pueden comentar cualquier idea por descabellada que esta sea y controlarnos para no juzgarlos inmediatamente. Si logramos ese equilibrio podemos llegar a tener una saludable comunicación cuando llegue la adolescencia.

Evitar expresiones de manipulación psicológica con ellos, así como los interrogatorios sobre dónde ha estado y con quién. Desde el principio es mejor acostumbrarlos a que nos cuenten de su día a día como una plática natural y sin amenazas de regaños y sermones.

PADRES, NO EXASPERÉIS A VUESTROS HIJOS, PARA QUE NO SE DESALIENTEN

Colosenses 3:21 (RVR 1960)

¿Por qué es importante la comunicación mientras hablamos de un equilibrio entre autonomía y supervisión? Porque a medida que les damos privilegios que impliquen independencia, también hay que integrar medidas de supervisión para protegerlos, pero se les debe saber comunicar para no parecer intrusivos y desconfiados. Debemos poner límites y explicarles con paciencia por qué son necesarios, y ahí es donde entra la comunicación.

No se trata de solo mandar e imponer sin dar los debidos por qués y sin permitirles que expresen su opinión aunque no estemos de acuerdo con ella.

Al final, los que tomamos la última decisión somos los padres, pero hay que realizar el proceso con tacto. Colosenses 3:21 dice: “Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten”.

El control excesivo por parte de los padres desespera y pueden empujar a los hijos a una rebeldía pasiva en la que nos oculten sus acciones por temor a un castigo. Los jóvenes necesitan reconocer límites, a pesar de que en esta etapa les parezcan aburridos, pues al mismo tiempo ese gesto les confirma que sus padres los cuidan.

Desde el inicio de la relación padres-hijos es imprescindible establecer una sólida base de comunicación.

Debemos encontrar ese equilibrio entre confiar en ellos dándoles más independencia y al mismo tiempo estar atentos a cambios en su humor o comportamiento que nos indique que algo raro está pasando.

No dejar de lado la revisión de sus dispositivos, historiales, conversaciones pero dejándolo claro desde un principio que eso se realizará para que ellos no lo perciban como una violación a su privacidad.

En conclusión: La base para una relación saludable con nuestros hijos es la comunicación; debemos aprender a confiar en ellos y poco a poco darles más privilegios en los que puedan ejercer su independencia,pero simultáneamente establecer límites claros que los van a proteger de peligros. Nuestros hijos deben estar conscientes de que si violan esos límites automáticamente pierden sus privilegios.

*Rose Alfaro, licenciada en el Idioma Inglés, es sub directora de Upper School y madre de una joven de 18 años.